Podemos encontrar muchos artistas y personajes altamente creativos con mucha carga leonina en sus cartas natales. Esto nos lleva a investigar un poquito más el porqué.
Se habla de la creatividad como la capacidad de crear e inventar producciones innovadoras y originales. Según Freud, el proceso y mecanismo de defensa inconsciente que se pone en juego cuando ponemos en marcha nuestro potencial creativo se lo conoce como sublimación.
Cuando sublimamos, utilizamos la energía de nuestras pulsiones sexuales o agresivas y la derivamos en actividades humanas más aceptadas socialmente, tales como artísticas, sociales o culturales. No es casual que, entonces, sea de común conocimiento que en el arte y en las diversas manifestaciones creativas se expresen, aunque sea inconscientemente, deseos, recuerdos, traumas, vivencias, fantasías, angustias, convirtiéndose en un canal ideal para transformarlos en placer y satisfacción.
En la instancia leonina del zodíaco nos encontramos con esto de lleno. Leo representa el momento de expresión de nuestra individualidad, de aquello que nos hace únicos, diferentes y especiales, la formación del ego. Me reconozco y espero que me reconozcan en mi expresividad, que el mundo sepa que soy original.
Lo que todavía no de desarrolla en esta instancia es la consciencia o conocimiento de nuestra sombra. Justamente a este signo, se lo relaciona con el sol, donde hay pura luz y toda la oscuridad va a parar a otro cesto.
Como explicábamos antes lo que hace Leo con esa sombra es sublimarla. Será por esto que lo asociamos a una instancia de mucha creatividad, de expresividad, de originalidad.
Quizás, en algún momento de la vida, deba enfrentarme a esa sombra desde otro lugar. Tomarla, introyectarla, aceptar que es parte de mi; y es en esa instancia y luego de ese proceso que mi expresividad cambia, que mi creación empieza a tomar otro rumbo, quizás sublimando una nueva sombra. Esto lo vemos en muchísimos artistas que, con el paso del tiempo, van cambiando su estilo y pasan por diferentes formas creativas.
La activación de nuestro creador interno adquiere siempre un carácter terapéutico, nos otorga un poder de autosanación, nos permite expresar y plasmar nuestra subjetividad, en donde radica la originalidad de la creación.
La introspección y el autoconocimiento siempre serán un motor para potenciar las capacidades del ser humano, comprendiendo que, el acto creativo, nos permite sublimar nuestro lado oscuro (o menos luminoso) como nuestras heridas y nuestra historia personal, asumiendo que nuestra subjetividad siempre se teje en relación con los otros.
Camila Sanson - Counsellor astrológica.
Almendra Sanson - Estudiante Psicología UBA
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