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ACT Y MINDFULNESS: EL MEJOR ENFOQUE TERAPÉUTICO PARA ALCANZAR TU MEJOR VERSIÓN

Quiero compartirte el enfoque desde el que trabajo para que conozcas qué es ACT y por qué junto al Mindfulness resultan la mejor manera de acercarte a Tu Mejor Versión.

Katia Rosenbaum


terapia de aceptación y compromiso Online, ACT y Mindfulness Katia Rosenbaum especialista en gestión emocional

¿Escuchaste hablar algo de la tercera ola en psicoterapia pero no sabes si se refiere a un viaje por el atlántico, un conjunto de nuevas terapias misteriosas o el último desarrollo científico basado en evidencia de la ciencia psicológica?

Empecemos por el principio, no voy a hablar de TODAS las terapias de tercera ola porque engloban un conjunto de enfoques que va más allá del objetivo de este artículo.

Pero quiero compartirte de la forma más completa, y sencilla posible, el enfoque desde el que trabajo con mis pacientes, para que sepas qué es la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), y por qué junto a la Terapia Cognitiva basada en Mindfulness (MBCT) resultan en el mejor enfoque terapéutico para avanzar hacia Tu Mejor Versión.

¿Qué es la Terapia de Aceptación y Compromiso?

La Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT, pronunciado como una sola palabra) es una de las nuevas terapias de conducta de tercera generación. Esta “tercera ola” de terapias conductuales surgieron entre los años `80 y ´90 en Estados Unidos, y forman parte de los modelos conductuales y cognitivos.

Es “tercera” porque se diferencia de dos movimientos similares anteriores, más centrados en luchar contra los pensamientos automáticos, y reemplazándolos por otros supuestamente más adaptativos.

En general, las terapias de tercera generación ponen mayor énfasis en el diálogo y el contexto de cada persona, trabajando sobre la aceptación y la actitud no enjuiciadora como forma de encontrar el bienestar.

Particularmente, ACT busca el equilibrio entre (a) la atención y los procesos de aceptación con (b) el compromiso y los procesos de cambio de comportamiento al servicio de una mayor flexibilidad psicológica y la participación en las actividades que importan (es decir, valores).

Como enfoque, ACT es parte del abordaje TCC poniendo atención en lo pragmático, la práctica basada en evidencia y los principios del aprendizaje.

Sin embargo, también difiere de la TCC en un gran número de características.


¿En qué difiere ACT del enfoque tradicional de las TCC?

Principalmente ACT plantea diferentes metas de tratamiento: su objetivo no es reducir los síntomas como en la TCC convencional, sino reorientar la vida de una forma más holística.

Se entiende que lo que provoca malestar no son las situaciones en sí mismas, sino cómo nos relacionamos con ellas y a qué emociones las vinculamos.

Y no se trata de evitar lo que nos duele – ya que podría tener un efecto rebote – sino de aprender a aceptar la propia experiencia interna. Como consecuencia, esto reduce la intensidad de los síntomas.


ACT se centra en cambiar la relación de la persona con sus experiencias internas, en lugar de poner foco en modificar su presencia, forma o intensidad.


En su centro, ACT surge de la idea de que el dolor psicológico y el malestar son facetas inevitables de la vida, y no pueden ser totalmente evitadas o eliminadas.

Sin embargo, tanto la cultura como la comunidad psicológica apoya la lucha activa por cambiar, controlar, minimizar o evitar las emociones o los pensamientos dolorosos.


El mensaje es el siguiente: “cuando pienses, te sientas mejor o de otra manera, entonces vas va a vivir mejor”, por lo que las emociones o los pensamientos dolorosos son vistos como barreras para una vida bien vivida, y esto apoya los esfuerzos directos hacia el cambio.


ACT pone en jaque este punto de vista enseñando cómo vivir con los aspectos dolorosos de nuestra historia, con el parloteo mental y las experiencias displacenteras, y al mismo tiempo, hacer lo que nos resulte importante.


Utilizamos metáforas, ejercicios experienciales y estrategias de atención plena y aceptación, para enseñar habilidades que te permitan pensar y sentir lo que aparezca sin juzgarlo, reconocer tu historia y lo que la situación te permite, persistiendo en acciones que estén alineados a tus propios valores.

Los procesos de ACT.

ACT se basa en un modelo que une seis procesos que contribuyen a la inflexibilidad psicológica y muchas formas de sufrimiento humano, con seis procesos de intervención diseñados para aumentar la flexibilidad psicológica.

Modelo de inflexibilidad psicológica ACT.

La imagen ilustra cada uno de los procesos que se cree que contribuyen a la inflexibilidad psicológica. Para cada uno de estos procesos, ACT propone un objetivo de intervención. Vamos a ver cada una de estas dimensiones.


Fusión vs defusión:

Se habla de fusión cognitiva cuando se confunde el proceso de pensar con los productos mismos del pensamiento. La fusión no es mala ni buena en sí misma: nos permite estar absortos en un buen libro, una película, o en el amor, pero puede ser problemática cuando se extiende al punto de creer en la literalidad de los pensamientos.

En ACT se trata de observar los pensamientos como lo que son: palabras, imágenes, trocitos de lenguaje, etc.

Sería como decir: “estoy teniendo el pensamiento de…” o “estoy notando tal o cual pensamiento”. Y este ejercicio permite distanciarnos de los pensamientos notando esa diferencia entre nosotras mismas como observadoras de la actividad del pensar y la actividad de pensar en sí.

Así como podemos observar objetos de nuestro mundo exterior, la defusión crea el espacio para hacer lo mismo con nuestro mundo interior, entendiendo que no somos nuestros pensamientos, que la mente siempre está pensando – porque es lo que la mente hace -, y no necesariamente debemos creer o confiar en todo lo que piensa.


Evitación experiencial vs aceptación:

Así como trataríamos de evitar fuentes externas de amenaza o peligro, solemos tratar de evitar las experiencias internas que nos resultan desagradables. La evitación experiencial describe esta tendencia, junto a los esfuerzos rígidos o inflexibles que muchas veces hacemos para conseguirlo.

Pero la evidencia destaca que estos intentos requieren de mucho esfuerzo, y poco logran realmente cambiar la calidad o la forma de la experiencia interna.

Especialmente, presenta grandes costos en cuanto a vivir una vida valiosa porque, en general, cuando nos alejamos de los aspectos dolorosos de nuestra historia, también nos alejamos de las cosas que nos importan.

Pareciera que los intentos por suprimir o controlar los pensamientos o emociones no deseadas, provocan más – y no menos – pensamientos y emociones no deseadas.

Lo que resistes persiste, decía Carl Jung.

La aceptación experiencial, en cambio, significa reconocer y permitir nuestra experiencia sin juzgarla, tratarnos con cariño a pesar de no ser perfectos, y no luchar contra nuestros estados internos ni huir de ellos.

Es un poderoso antídoto contra la evitación, porque significa literalmente “tomar lo que hay tal como es”: permanecer en contacto con experiencias dolorosas sin tratar de cambiar NADA. Y aún así, actuar de acuerdo con los valores personales.

Es un punto de vista activo y muy valiente, y para nada debe confundirse con la resignación pasiva o el darse por vencida.


Desconexión vs contacto con el momento presente:

Al sentirse fusionadas con sus experiencias internas, las personas suelen poner el foco en el pasado o en un futuro imaginado, lo que lleva a opciones de conducta más limitadas: es más probable que dominen comportamientos pasados, habituales e ineficaces, y, además, disminuye el contacto con las circunstancias actuales que podrían ser mejor orientación.

El momento presente es el único lugar en donde podemos actuar para hacer una diferencia con nuestras vidas, y por eso ACT enseña a prestar atención, intencionalmente, al momento justo en el que estamos, con mentalidad abierta y sin juicio.

Así aprendemos a contrarrestar la tendencia a evitar o retirarnos, tanto de las experiencias dolorosas como de las circunstancias o contextos que podrían ser valiosos.


Apego vs desapego con el yo conceptualizado:

El yo conceptualizado tiene que ver con las historias que cada una se cuenta sobre sí misma, y el apego a ellas es una forma de fusión extrema que construye un muro a nuestro Universo de Posibilidades conductuales.

Las historias que nos contamos sobre nosotras mismas influyen en lo que creemos que podemos hacer (o no), y muchas veces lo que hacemos tiene por fin sostener de alguna manera nuestras narrativas personales.

Por ejemplo, sea que nos identifiquemos como víctimas, nos sintamos rotas, incapaces o altamente inteligentes tendrá sus efectos sobre las decisiones que tomemos y lo que hagamos (o dejemos de hacer).

Y desprendernos de este yo conceptualizado consiste fudamentalmente en fomentar una perspectiva del yo como observador. Tratamos de estimular la percepción de que las historias que nos contamos son solo eso – historias – y no tienen por qué creerse o confiar en ellas al 100%.



Confusión vs claridad en los valores:

En ACT, los valores se definen como direcciones para la acción intencional, y pueden dar un nuevo significado y propósito a lo que hacemos. No se trata de nuestras creencias o de lo que es moral, sino de dominios que implican acciones vinculadas con lo que para cada una significa una buena calidad de vida.

En términos de objetivos, la acción guiada por valores es lo que pacientes y terapeutas trabajamos para lograr. Cada persona tiene sus propios valores, pero la falta de claridad en ellos nos dificulta elegir cómo actuar.

Muchas veces nos sentimos “estancadas”, en automático – al servicio de una satisfacción inmediata -, y no tanto de vivir una vida que nos resulte valiosa. A medida que aprendemos a soltar la lucha interna, se abre espacio para pensar qué es lo verdaderamente valioso para nuestras vidas, con los valores como guía hacia ello.


La inacción vs acción comprometida:

La tendencia a estar centradas en evitar experiencias dolorosas por sentirnos fusionadas a emociones y pensamientos desagradables puede llevarte a la inacción, perdiendo el contacto con lo importante, la acción comprometida, y el momento presente.

Este dominio refiere al compromiso a actuar en relación con nuestros valores, lo cual es diferente a la intención de actuar. En ACT no hay términos medios: podemos elegir hacer algo o no hacerlo. Y en este sentido, ACT promueve el uso de objetivos concretos, que, a diferencia de los valores, se pueden concretar.

En ACT trabajamos con metáforas, analogías y ejercicios prácticos para transmitir ciertos mensajes clave como la idea de que controlar experiencias internas no es viable, los pensamientos no controlan lo que hacemos o que podemos elegir qué es importante para nuestra vida.

Tratamos de transmitir conocimiento psicológico relevante para cada caso, pero de una forma diferente a como suele realizarse la psicoeducación en la tradición cognitivo-conductual.

La principal diferencia es, que en lugar de transmitir la información de manera puramente lógica, utilizamos estos recursos indirectos, lo que nos permite transmitir estos mensajes de una forma más experiencial y real para las personas del otro lado.


¿Qué es el Mindfulness?

Imaginate que te pregunto qué es el Mindfulness, ¿podrías explicarlo? Escuchamos tanto sobre esta palabra, y en tantos contextos diferentes, que es un lío poder definir y entender bien a qué se refiere.

Surge en las conversaciones con amigas, te cuentan que tal o cual lo hace y le va muy bien, hay artículos en los medios, publicaciones en las redes, pero no terminas de tener claro para qué sirve o si podría ayudarte.


¿Tiene el Mindfulness algo para ofrecerte?

Te adelanto que sí: el Mindfulness puede ayudarte mucho a mejorar tu calidad de vida.

Y como soy consciente del lío que hay con esta palabra, lo explico desde el principio, así luego podes responder con seguridad lo que preguntaba antes.

En 1979 Jon Kabat-Zinn fundó el Center for Mindfulness en la Universidad de Massachusetts y empezó a desarrollar su programa Reducción del Estrés Basado en Mindfulness (MBSR, por sus siglas en inglés).

Kabat-Zinn adaptó a la cultura occidental ciertos conocimientos y herramientas provenientes de la psicología y la meditación budista, que acuñó bajo el término de “Mindfulness”, y lo definió así:

“El Mindfulness es un método para pulir y limpiar las impurezas que tenemos en nuestra mentalidad y las oscuridades que hemos ido acumulando a lo largo de la vida”.

Hay veces que la cabeza no para, ¿no cierto? Debería haber una forma, pero tus intentos no terminan funcionando.

Mediante esta limpieza de la que habla Kabat-Zinn, podemos devolver a la mente lo que son sus cualidades inherentes según el budismo: claridad, bienestar (paz y equilibrio) y compasión.

Quizás sea más fácil entender qué es el Mindfulness por medio de examinar primero su contrario: el Mindlessness.


Sabes que estás en estado Mindlessness cuando:

🔹 Tiras el crédito de la tarjeta a la basura y guardas el envoltorio de tu almuerzo en la cartera. 🔹 No te acordas si cerraste la puerta con llave cuando saliste de tu casa. 🔹 Tropezas con objetos o los rompes porque no estás realmente en el espacio en el que estás. 🔹 Estás tan enfocada en lo que está por venir que te olvidas de algo que tenes que hacer en este momento. 🔹 No te das cuenta de que más arriba debería haber escrito “tarjeta de crédito” en lugar de “el crédito de la tarjeta”. 🔹 Comes o tomas algo sin tener hambre o sed. 🔹 Sentís que una emoción vino “de la nada”.

El Mindlessness es el estado de falta de consciencia en el que funcionamos en piloto automático.

No estamos realmente presentes, y en lugar de ello, nos basamos demasiado en reglas rígidas que no fueron sometidas a reflexión.

Por eso nos conduce muy fácilmente al enganche, y tus pensamientos siguen ahí bombardeándote.

En el otro lado del espectro, el Mindfulness es lo que te permite percibir tus emociones y tus pensamientos incómodos, sin implicarte en ellos.

Cuando estás plenamente atenta a tu enojo, podes observarlo con mayor sensibilidad, concentración y claridad emocional, y es probable que descubras a qué se debe. Incluso quizás te des cuenta, que detrás de ese enojo, hay tristeza o miedo, y vas a tener más y mejores posibilidades de afrontarlo de una forma adecuada: con asertividad.


Sobre la Atención Plena.

1- La Atención Plena no es oscura ni mística, sino todo lo contrario: nos es familiar porque ya la conocemos, es una capacidad innata que vamos perdiendo con los años.

2- Tampoco es algo adicional que hacemos ni requiere que cambiemos quiénes somos, porque simplemente reconoce y cultiva lo mejor de lo que ya somos.

3- La Atención Plena tiene el potencial de convertirse en un fenómeno social transformador porque cualquiera puede practicarla, está basada en la evidencia y no requiere grandes inversiones o tecnologías.


¿Qué es una práctica formal de Mindfulness?


Es la que conocemos por esas fotos en las que vemos una persona en postura estable, ojos cerrados, y apariencia de no estar teniendo ningún pensamiento (te aseguro que tiene miles, pero quizás haya aprendido a dejarlos pasar).

Es un tiempo en que no haces nada más que estar en el momento presente, sin enredarte en lo que ocurra; vas llevando tu atención hacia distintos focos, descansado en tu respiración, en los sonidos del ambiente, sensaciones corporales, observando pensamientos y estados de ánimo, sin juzgarlos.

¿Por qué no aprender a estar en el presente si es el único lugar en el que podemos realmente estar?


1. Lleva la atención a tu experiencia:


Podes comenzar con sólo un minuto, e ir incrementando el tiempo a medida que te sientas cómoda. Sentate cómodamente, en una postura con la espalda derecha, pero fijate de estar cómoda.

Cerrá tus ojos y deja que tus palmas miren al cielo apoyadas en tu regazo, y toma dos o tres respiraciones lentamente, inhalando por la nariz hasta que se llenen tus pulmones, y exhalando suavemente.

Observa, con curiosidad, cómo se siente el peso de tu cuerpo sobre la superficie en la que estas, la textura de la ropa sobre tu piel, qué sensaciones corporales experimentas, la temperatura de tu respiración, sonidos, olores, etc.


2. No pelees con tus pensamientos:

No se trata de poner la mente en blanco o eliminar tus pensamientos, sino todo lo contrario: intenta simplemente observar tus pensamientos como lo que son, sin añadir juicio o valoración alguna. Observa cómo tus pensamientos vienen, y así como vienen, vuelven a irse.

No luches contra ellos porque podrías terminar frustrándote, o creer que esto de la meditación no es para vos y que no sos buena para eso. Puede ser realmente desafiante, pero cada vez que intentas controlar tus pensamientos, lo que haces es amplificarlos.


3. Observa también tus emociones:

También es importante observar las emociones que puedan surgir. Quizás te sientas ansiosa, triste, irritada o feliz. Toma consciencia de tus emociones a cada momento sin juzgarlas, y sin hacer nada para cambiarlas. Simplemente observa lo que acontece como si fueras testigo de lo que sucede, y estuvieras viendo una película.


Cuatro prácticas informales de Mindfulness.

Las prácticas informales de Mindfulness son formas particulares de abordar las actividades cotidianas de la vida. Se trata de aprender a vivir de una forma más consciente y menos en “piloto automático”.

Sería hacer lo que hacemos siempre, pero prestando atención, con consciencia plena. Y el solo hecho de prestar atención saca al yo de las sombras, crea el espacio entre pensamiento y acción que necesitamos para estar seguras de que estamos actuando a partir de nuestra voluntad, en lugar de hacerlo en automático.


1- Empezá con la respiración:

Durante un minuto centrate en tu respiración. Empezá por inhalar y exhalar suavemente, inhalando por 4 y exhalando por 4. Naturalmente, tu mente va a divagar, eso es lo que hace la mente. No te retes diciéndote que no lo estás haciendo bien, simplemente observa ese hecho, y dejalo ser. Cada vez que un pensamiento aparezca en tu cabeza, notalo, y con amabilidad volvé a enfocarte en tu respiración. Eso es todo.


2- Agudizá el sentido de la vista:

Elegí un objeto de tu entorno (una taza, un libro, el dedo gordo de uno de tus pies), y concentrate en él durante un minuto. Miralo con total atención, como si acabaras de llegar a un planeta nuevo y fuese el primer objeto que encontras. Trata de identificar sus diferentes aspectos: textura, color, tamaño, sus dimensiones, o cualquier movimiento que haga.


3- Reelabora una rutina:

Pensá en algo que hagas todos los días y que des por sentado, como prepararte un café o cepillarte los dientes. La próxima vez que lo hagas, enfocate en el paso a paso de cada acción, en cada elemento que veas o escuches relacionado con ello, en las texturas, olores, sabores. Hacelo plenamente consciente.


4- Escucha con tu 100%:

Seleccioná alguna canción (por ejemplo, una de música clásica o jazz) y conecta realmente con ella. Si podes usa auriculares, como si te hubieses criado en una cueva y esta fuera la primera obra musical que escucharas al salir. No la juzgues, simplemente limitate a tratar de identificar distintos aspectos del ritmo, la melodía y la estructura de la canción. Si lo sentís, podes mover el cuerpo de forma consciente al ritmo de la música.

El Mindfulness te permite observar a la pensadora que contiene los pensamientos, y esto te ayuda a tomar distancia de ellos, a tomar perspectiva, y así, elegir mejor.

¿Para qué sirve meditar? Beneficios.

Meditar regularmente ayuda a alcanzar un estado mental más sereno y balanceado, mejora tu concentración y trae claridad a tu percepción. También te ayuda a desarrollar tu capacidad de comunicación y creatividad; pueden aparecer nuevas habilidades o talentos e incluso puede aumentar tu inmunidad y capacidad de sanación frente a las enfermedades.

Hay muchos beneficios físicos, pero vamos a centrarnos en algunos de los beneficios más relevantes para el bienestar psicológico y el desarrollo personal.


1- El Mindfulness te ayuda a manejar el estrés y todos sus primos hermanos: el miedo, la ansiedad, el nerviosismo.

Este es el beneficio más estudiado y validado en toda la disciplina, y yo misma lo veo en mi práctica clínica: 8 de cada 10 personas que vienen a consulta lo hacen por algún problema relacionado con la ansiedad.


2- Mejora tu capacidad cognitiva y tu atención.

El Mindfulness es especialmente un entrenamiento en tu atención ya que cada vez que te das cuenta de que tu mente está divagando (que es lo que la mente hace) tu única tarea es volver el foco de tu atención hacia donde elijas. Por eso el Mindfulness desarrolla tu capacidad de enfocar (y mantener) tu atención, y se utiliza muchísimo en educación y en empresas.

Practicar Mindfulness podría evitar que te quemes trabajando (burnout), darte herramientas para superar los bloqueos, mejorar tu perspectiva (lo que ayuda a tomar mejores decisiones), aumentar tu creatividad (ya que tu mente está más abierta y relajada), mejorar tu capacidad de concentración, tu memoria, y en fin, tu rendimiento general.


3- El Mindfulness desarrolla la flexibilidad psicológica.

La flexibilidad es uno de los aspectos más importantes de la inteligencia en general, y de la inteligencia emocional en particular porque te permite aumentar tu capacidad de adaptación y la tolerancia a la frustración. Es la mejor protección a tu salud mental: te ayuda a no desarrollar problemas psicológicos, y a prevenir recaídas y superar los conflictos emocionales.

Tu mayor enemigo en salud mental es la rigidez. La rigidez mental te impide tener perspectiva de las cosas para tomar buenas decisiones. Y si lo digo por mi propia experiencia profesional, la mayoría de los beneficios del Mindfulness derivan precisamente por trabajar sobre la flexibilidad psicológica y aumentarla.


4- El Mindfulness te da herramientas de Gestión Emocional.

Practicar Mindfulness es muy eficaz para aprender a regular tus emociones porque empezas a tomar consciencia de cuándo surge una emoción, a poder detectarla, verla con claridad y comprender cómo funciona, y esto te ayuda a no engancharte tanto con ellas, y responder de forma consciente en lugar de estar reaccionando.

Con el tiempo aprender a tomar mejores decisiones, te entendes mejor y cuidas más la relación con vos misma, preveniendo conflictos innecesarios, enfocando tu energía en lo que te parece importante y en lo que queres de verdad en la vida.


En conclusión, practicar Mindfulness te ayuda a enfocar tu atención en todo lo agradable que hay a tu alrededor, te permite suspender el juicio y acercarte a tu experiencia con calidez y amabilidad. Por eso te conecta con la vida, con los otros y con vos misma, y te da herramientas para construir Tu Mejor Versión.


¿Por qué trabajar con ACT y Mindfulness resulta el mejor enfoque terapéutico?

Dejemoslo claro: acompaño a mis pacientes con todo mi amor y conocimiento, y fundamentalmente, con dos herramientas psicológicas:

  • La Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), basada en aceptar y no juzgar – ni luchar – contra los pensamientos y emociones que provocan malestar, y el compromiso de actuar hacia lo que les importa.

  • La Terapia Cognitiva basada en Mindfulness (MBCT), que enseña técnicas para desarrollar la Atención Plena, y aprender a gestionar los pensamientos y las emociones que surgen en automático.

Y cada día veo el efecto que tiene implementar estas herramientas en sus vidas.

También el efecto que tuvo en mi propia vida, porque todo lo que comparto, no lo hago sólo por teoría, sino que lo practico en mi vida cada día, y desde hace muchos años. ACT, Mindfulness y Gestión Emocional: estas son las herramientas que a mí me cambiaron la vida.

Y lo mismo lo veo en mis pacientes, en las alumnas de los talleres o en mi Comunidad de Meditadores.


¿Cómo se presentan éstos cambios?

Al dejar de tirarle leña al fuego, es decir, dejar de luchar contra los pensamientos que nos generan ansiedad, se empiezan a sentir los cambios:

🔹 Menos estrés, miedo y nerviosismo. 🔹 Cuerpo más liviano, como si te sacarás una mochila de encima. 🔹 El malestar emocional disminuye. 🔹 Aumenta tu capacidad para tomar perspectiva de las situaciones. 🔹 Y mejora tu habilidad para gestionar tus propias emociones.

Al final, tus decisiones empiezan a ser más funcionales, basadas en tus valores, porque aprendes a conocerte y escucharte, y así también, conseguís mejores resultados.

A veces puede ser extraño trabajar con este tipo de enfoques, porque te invitan a ver – con ejercicios experienciales, metáforas, paradojas, etc. – que lo que está social o culturalmente aceptado (tratar de controlar tu experiencia interna) es de por sí problemático.

Este intento de control no sólo NO ES LA SOLUCIÓN, sino que es causante del problema.

En términos neurobiológicos, al trabajar con ACT – y especialmente con técnicas basadas en Mindfulness – la presencia de cortisol disminuye, que es la hormona del estrés, y también se reduce la actividad de la amígdala, una estructura cerebral que está relacionada con el miedo.

🔹 Aumenta tu flexibildad psicológica. 🔹 Controlas mejor tus impulsos. 🔹 Y aprendes a ser más inteligente en términos emocionales.


Conclusiones.

Mientras el mundo y la ciencia psicológica evoluciona, también lo hacen las oportunidades para mejorar la forma en que acompañamos al sufrimiento humano.


El objetivo en ACT y Mindfulness no es controlar tus emociones ni pensamientos, sino facilitarte la presentación de respuestas psicológicamente flexibles.


La flexibilidad psicológica tiene que ver con poder responder de manera sensible al contexto, ajustando tus acción según sea necesario para que ser consistente con lo que te parece importante.

El trabajo sobre autoconocimiento es fundamental para interiorizarte en tus valores y descubrir lo que para vos significa construir una vida valiosa, y acercarte cada día a Tu Mejor Versión, entendiendo al mismo tiempo que la lucha contra tus experiencias internas es lo que te frena para alcanzarla.

Acá podes conocer más sobre cómo trabajo.

Y si te gustaría agendar un primer encuentro para conocernos y ver cómo podemos trabajar juntas, acá podes acceder a mi agenda.

Con amor,

Katu.

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